AlgoMasCrew: El arte del movimiento

miércoles, 7 de febrero de 2007

El arte del movimiento

Velocidad. Fluidez. Estética. Y originalidad. El parkour es la suma de esas cuatro habilidades. Se trata de una nueva disciplina atlética, nacida en las entrañas de París y esparcida por el mundo a ritmo de pandemia. Hoy, todos los paisajes urbanos tienen una tribu de fervientes cultores del parkour. Para ellos, ya no es un deporte, sino una filosofía de vida.

El parkour consiste en encontrar nuevos -y desafiantes- caminos en medio de la geografía de una gran metrópoli. Cuantas más paredes gigantescas, rascacielos insondables y muros inmensos haya que sortear, mucho mejor. "El parkour -o el Arte del Movimiento- es la manera de usar los obstáculos urbanos que encontramos en el camino para saltar y hacer acrobacias".
Todos ellos son discípulos de David Belle (28), un francés que hizo del parkour una filosofía de vida, y hoy es su embajador en el mundo. Belle, junto con un amigo de la infancia, Sebastien Foucan, formaron una banda callejera llamada "Los Yamakasi". Todos ellos hacían parkour y recorrían los suburbios de París de un modo poco convencional. La historia de los Yamakasi fue inmortalizada por Luc Besson en una película, llamada igual que la banda, "Yamakasi".

En el film, los parkouristas eran bautizados como los "Samurais de la nueva era", en una versión maniquea del deporte. La exageración exasperó a Belle, que formó su propio grupo, "Los Traceurs", que hoy se multiplican a rabiar por todo el mundo. "Ahora queremos que el planeta sepa qué es moverse", dice Belle.

Pero, ¿para qué sirve el parkour? Responde Bongard: "Es ideal para los que se agitan, para los chicos con problemas de vértigo. Trabajamos mucho con eso y, en quince minutos, podemos arreglarlo", explica. Cuenta que la actividad que más disfruta es ayudar a los pequeños a treparse a un columpio en una plaza. "Los veo y me detengo. Hago cualquier cosa, pero no me voy hasta que aprenden a colgarse y disfrutan". Ahí, a Bongard se le pinta una sonrisa indeleble. "Por eso, el parkour vale la pena", aclara.

En realidad, esta disciplina "es una filosofía de vida", según sus propios adeptos. "No está catalogado como deporte", asegura Bongard. "Usa lo que sale del cuerpo. Y a mí me devolvió la vida", concluye, antes de definirla. Usa una sola palabra, mágica: "Es libertad". Por tanto, que nadie se sorprenda si algún día ven a un hombre de traje intentando escalar el Obelisco. O colgado del puente que cruza la avenida Figueroa Alcorta. No son kamikazes. Están haciendo parkour.
- Matías Loewy -



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